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Red Internacional

Testimonios desde abajo. Inflación: “Ya no puedo achicar más nada, a veces no como a la noche para que coman mis hijos”

Los alimentos -un bien básico- aumentaron un 10,1% en un mes, en el año la suba acumula un 32%. No hay salarios formales, ni subas en jubilaciones o asignaciones sociales que se le acerquen. Los empresarios siguen remarcando para no ceder su margen de ganancia. El Gobierno sigue atado al acuerdo con el FMI que retroalimenta la dinámica inflacionaria. En esta nota reflejamos testimonios de laburantes, jóvenes precarizadxs, para mostrar el impacto desde abajo.

Viernes 12 de mayo | Edición del día

La inflación no para, a nivel interanual es de 108,8%. El dato de abril marcó un 8,4 % respecto a marzo, la aceleración en el nivel general de precios enciende las alarmas.

“No alcanza para cubrir las necesidades básicas. En el super todo aumenta hasta 2 veces por semana”, sostiene Alberto, joven docente precarizado de La Matanza. Una parte de esta suba récord se explica por las remarcaciones que continuaron a las corridas cambiarias del mes de abril. En alimentos, la suba mensual llegó a los dos dígitos con un 10,1%.

En un contexto de alta volatilidad, incertidumbre política, las últimas proyecciones del Banco Central dicen que a fin de año la inflación llegaría a 126,4%. Se trata de un duro golpe para los sectores más vulnerables que por el encarecimiento del costo de vida, siguen achicando sus gastos. “Sólo importa cubrir los alimentos y la ropa mínima necesaria. Sólo tenemos Internet por la escuela y trabajo, no hay cable ni teléfono. El abono del celular es el mínimo. Y camino mucho no tomo más Uber”, confirmaba Alberto.

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La indumentaria fue otro rubro que viene acumulando fuertes subas, también uno de los elegidos a la hora de recortar, asi lo mencionaba un vecino de la Villa 31 (CABA) que trabaja en la construcción “directamente ya no puede comprar zapatillas y ropa para trabajar”. Florencia es administrativa en un hospital, y nos contaba que la ropa la compra en internet en páginas donde las mamás venden lo que no ya no usan, igual que el calzado.

La carne es un lujo, la mayoría de los y las trabajadores que nos acercaron su testimonio manifiestan que cada vez compran menos, que esta imposible pagarla. “Cuando compro una suprema la divido en dos estofados, si puedo comprar carne picada con 1 kilo hago cuatro comidas. Las milanesas ya no las compro por kilo, las compro por unidad; lo mismo con las frutas”, relata un tercerizado de maestranza del Gobierno de la Ciudad. Se encuentra entre los sectores que mayor poder de compra vienen perdiendo, la comida no alcanza para llegar a fin de mes. Y agrega: “Ya no puedo achicar más nada, ya no vivo sobrevivo. A veces no como a la noche para que coman mis hijos. No desayuno en mi laburo, ni almuerzo para no generar más gastos, menos mal que me convidan mis compañeros… en el laburo apenas tomo mate.”

La historia de otro laburante tercerizado del aeropuerto confirma una situación similar “ya no como en Mostaza un almuerzo, sólo compro un café con leche. Llevo fruta para llenar el estómago. Y viajo sin pagar el subte porque sino, no llego.”

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Llegar a fin de mes, es un sueño eterno para la clase trabajadora. Pedir plata prestada y laburar más horas, se volvió un hábito necesario. “Empecé a salir menos y organizar bien las compras para que caiga en los días que hay descuentos. Pero para llegar siempre es pidiendo un adelanto de sueldo, usando la tarjeta de crédito o pidiendo los préstamos de mercadopago y así ir pateando los gastos al mes siguiente, declara un trabajador ferroviario de zona norte de PBA.

“Soy docente, trabajo un solo turno y hago algunas suplencias en ambos turnos que implican hasta 12 horas fuera de casa. No llego a fin de mes, me queda una semana en donde tengo que ir viendo si pedir prestado y achicar los gastos al máximo, la comida principalmente”. Esta docente de La Matanza que vive con sus tres hijos adolescentes y una niña, nos contaba que además para comprar ropa tiene que elegir a uno por mes, “este mes elegí comprarle las zapatillas a la más chica, porque no puedo comprarle a los tres.” Comentaba que muchas veces tuvo “la suerte de que le pasan ropa que de otras personas.”

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Desde la fábrica Madygraf gestionada por sus trabajadrxs, Martín Killing comentaba que el impacto de la suba de precios se hace sentir en el encarecimiento de los insumos para producir como tinta, papel, repuestos. Del funcionamiento de esta cooperativa gráfica dependen más de 110 familias, allí “la inflación y la devaluación impacta hasta en el presupuesto del comedor de la fábrica, que aumentó miles de pesos por semana. Eso por un lado, además de lo que impacta individualmente a cada uno”, señala Jorge. A eso se suma “el tema de las tarifas, ya nos avisaron que el mes que viene la factura de electricidad va a venir con un aumento.”

Otra vía de impacto es el acortamiento del plazo de crédito con los proveedores, “que antes vendían a 60 días y ahora lo bajan a 30 o incluso algunos piden pago al contado. Otros proveedores especulan, por ejemplo, te retienen los insumos, sobre todo cuando hay corridas, hasta que se clarifica un poco más el valor oficial del dólar. Hace un par de semanas nos pasó que no conseguíamos tanto papel como pegamento. Que los proveedores nos decían que no tenían stock cuando en realidad estaban acopiando”, agregaba Jorge.

Una salida desde abajo

La inflación destroza el poder adquisitivo de los salarios, las jubilaciones y los planes sociales. Para que los salarios no sigan perdiendo contra la inflación, la pelea es por un aumento de emergencia y actualización mensual según el índice de costo de vida.

Hasta febrero de este año, antes de que impacte la aceleración aún mayor de marzo (7,7 %) y abril (8,4 %), la pérdida de poder adquisitivo de los salarios es del 4,8 % en lo que va del gobierno del Frente de Todos. Otra promesa incumplida, lejos de recomponer los 20 puntos perdidos con el macrismo, en 2022 se cumplió el quinto año de caída del poder de compra del salario.

El Gobierno no ataca los problemas de fondo que ocasionan la inflación, como la escasez de dólares por los pagos de deuda publica y privada, el ciclo de altas ganancias empresariales o el atraso productivo. Los acuerdos de precios fueron un parche directamente inservible. Estos actúa sobre las consecuencias y no sobre las causas de la inflación.

Tampoco enfrenta al poder concentrado que tienen las grandes alimenticias, que llega al punto de que dos o tres firmas pueden repartirse la casi totalidad de las ventas en su sector. Un ejemplo es el caso de la empresa Ledesma, que tiene una posición líder en la producción y comercialización de azúcar -controlando el 40 % de esta rama.

En este contexto, es urgente una suba de emergencia del salario, las jubilaciones y de los programas sociales para recuperar lo perdido. Que nadie gane menos de lo que cuesta una canasta de pobreza, en la actualidad en $ 191.228 (marzo), en el camino de lograr un salario mínimo igual a la canasta familiar que los trabajadores del Indec calcularon en $ 273.146 (febrero 2023).

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